lunes, 30 de abril de 2018

La Vida Online

Internet nos ha cambiado la vida en 10 aspectos fundamentales.


1. Acceso a la información. La web es hoy en día la mayor fuente de información, generada por todo tipo de usuarios; basta con teclear en un buscador lo que nos interesa conocer, ya se trate de consultar las noticias, la dirección del taller más cercano o recomendaciones dietéticas. El estudio The Digital Universe Decade, Are You Ready?, publicado recientemente por IDC y patrocinado por EMC, desvela que la información digital generada durante 2010 ascenderá a 1,2 Zettabytes (1,2 billones de Gigabytes).

2. Ocio y entretenimiento. La televisión ha dejado de ocupar la mayor parte de nuestro tiempo de ocio. Según la Asociación Europea de Publicidad Interactiva (EIAA), Internet es el medio más consumido por los españoles, situándose en número de horas (13,3 horas semanales) por encima de la televisión (13 horas semanales), la radio (12,6 horas semanales) y la lectura de periódicos (4,6) y revistas (3,6).

3. Comunicación y expresión. La forma de comunicarnos ha cambiado para siempre. La inmediatez del e-mail ha remplazado a las cartas tradicionales, la mensajería instantánea se impone en gran medida frente al teléfono, y se envían diariamente millones de SMS. Por su parte, los blogs se han convertido en un importante medio para contar experiencias y expresar opiniones. En España existen aproximadamente 2,5 millones de blogs, cifra que sigue aumentando.

4. Relaciones interpersonales. El correo electrónico, los SMS, la mensajería instantánea, las llamadas telefónicas, las redes sociales o el microblogging nos brindan la oportunidad de relacionarnos con otras personas sin necesidad de estar físicamente presentes. Por otra parte, los datos de la Asociación para la Investigación de los Medios de Comunicación (AIMC)[*], indican que el 71,3 por ciento de los internautas españoles son usuarios de redes sociales; las relaciones personales (79,3%), compartir hobbies (27%) y las relaciones laborales (23,6%) son sus principales reclamos.

5. Consumo. Comprar es una actividad que puede realizarse con total comodidad 24 horas al día, sin importar dónde nos encontremos. El dinero en efectivo se vuelve obsoleto frente a nuevas fórmulas de pagos on line, mientras los servicios financieros en Internet y los dispositivos móviles simplifican las transacciones. La Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones estima que en 2009 los españoles realizamos operaciones de comercio electrónico por un valor superior a los 5.700 millones de euros, sumando un total de 17 millones de operaciones.

6. Trabajo. El trabajo ya no es un lugar físico, sino una actividad que puede llevarse a cabo en cualquier momento y lugar. Los dispositivos móviles y las nuevas tecnologías de colaboración como la videoconferencia y la telepresencia permiten que los equipos de trabajo interactúen con una enorme facilidad y naturalidad, como si estuvieran reunidos en la misma sala aunque se encuentren a miles de kilómetros de distancia. Esto genera importantes ahorros para las empresas: de los cerca de 13.000 millones de euros que las organizaciones españolas destinan anualmente a su partida de viajes, se podrían ahorrar unos 4.000 millones utilizando los sistemas de telepresencia.

7. Formación. Internet ofrece múltiples oportunidades académicas: cursos online, tutorías virtuales, especializaciones de carácter público y privado... Apoyándose en la banda ancha y las últimas tecnologías de audio y vídeo de alta definición, podemos formarnos a distancia desde la comodidad del hogar o la oficina.

8. Asistencia sanitaria. El pasado mes de enero, Cisco, Telefónica y el hospital USP Instituto Universitario Dexeus realizaron la primera demostración de una solución de HealthPresence (Telemedicina) en España, en una sesión en la que varios pacientes se sometieron a un chequeo médico (exploración de nariz, oído y garganta, comprobación de la tensión arterial, temperatura y pulso) desde el Hotel Arts de Barcelona, sin necesidad de acudir al hospital. Gracias a la telepresencia y al uso de estetoscopios, otoscopios y diversos dispositivos de parámetros biomédicos, se puede conocer la condición fisiológica del paciente, algo esencial en el caso de enfermos crónicos o que viven en lugares remotos.

9. Relación con la Administración. España es un país pionero en Administración electrónica, con servicios innovadores como el DNI digital, los trámites con Ministerios como el de Hacienda o la receta electrónica.

10. Conciencia eco-responsable. La tecnología es responsable del 2 por ciento de las emisiones de CO² a escala global, pero tiene el potencial de reducir el 15 por ciento de dichas emisiones en otros sectores, según la organización The Climate Group. La Red ofrece la posibilidad de crear edificios inteligentes, conectados y controlados por los ciudadanos y las empresas para optimizar el consumo energético y reducir las emisiones contaminantes.

domingo, 22 de abril de 2018

APUNTES SOBRE EL CIBERESPACIO


En 1984 el escritor William Gibson en su novela de ciencia ficción Neuromancer propuso el concepto de Ciberespacio, definiéndolo como “Una alucinación consensual experimentada diariamente por billones de legítimos operadores, en todas las naciones, por niños a quienes se les enseña altos conceptos matemáticos... Una representación gráfica de la información abstraída de los bancos de datos de todos los ordenadores del sistema humano. Una complejidad inimaginable. Líneas de luz clasificadas en el no-espacio de la mente, conglomerados y constelaciones de información. Como luces de una ciudad que se aleja”.

A partir de esta perspectiva, el Ciberespacio se considera como una matriz electrónica de interconexión entre bases de datos digitales a través de los sistemas computacionales conectados en red. Un nuevo espacio que se superpone cada vez con mayor fuerza a la geografía real de los paisajes empíricos y en el cual se puede interactuar (Gibson, Barlow, Dery, Dertouzos, Echeverría) para ser dominado como etapa posterior a la ocupación terrestre (Nora, Capel).




Fuente: MARTA´S NEWS  Blog Marta Baena


lunes, 16 de abril de 2018

Opinión: Los peligros de pensar que la tecnología hace milagros

Creer que todo problema puede solucionarse con una aplicación, con más computadores o mejor software es una lógica sesgada, que usualmente es buen negocio para las empresas, pero no siempre para los usuarios.

“En Santiago tenemos una discusión acerca del uso de drones para vigilancia pública. El proyecto, como lo vemos nosotros, tiene muchos problemas en temas de privacidad, por ejemplo. Y en un foro para hablar de este tema se cuestionaba si un dron, en efecto, puede disuadir a los criminales. Todo el mundo asume que sí. Pero una persona en el público preguntó si no era más fácil y efectivo poner un guardia en las zonas más complejas. La idea es simple, pero quedó resonando. Pensamos que, como es un dron, entonces es mejor que un guardia”.
Vladimir Garay es director de incidencia en Derechos Digitales, una organización chilena dedicada a monitorear temas de derechos fundamentales en entornos digitales. “Lo que me parece notable de ese caso, y de otros, es que hay una creencia de que cualquier problema se puede resolver con tecnología. Es un lugar común: toda solución tecnológica siempre es mejor. Y la verdad es muy diferente de esto”.
No es una idea nueva. La fe en el avance científico y tecnológico es quizá una rama de la fe en el progreso, una fuerza que, con resultados cuestionables aquí y allá, ha beneficiado a millones de personas. La penicilina, la luz eléctrica, la imprenta, todos avances de adopción masiva que generaron cambios profundos.
La era del computador y las telecomunicaciones introdujeron una aceleración en la producción de bienes, y beneficios, derivados de una serie de tecnologías. Y esta reproducción inmediata y veloz de pequeños milagros ha acrecentado el culto en el progreso, particularmente en el progreso mediante tecnología.
Y todo esto suena mucho a religión. Y, acaso, lo es. Sólo que en este caso hay resultados y manifestaciones más tangibles, si se quiere. Paréntesis rápido: en noviembre del año pasado, un estudio realizado en Holanda concluyó que la religiosidad y la creencia en el progreso científico y tecnológico eran factores que se asociaban con una mayor satisfacción en la vida. Pero optar por el culto al silicio incrementa la sensación de bienestar, por encima de una religión en particular, pues provee una idea más amplia de control. Fin del paréntesis.
Ahora bien, al igual que las religiones, la tecnología tiene sesgos y prejuicios porque, en últimas, es una creación humana. Sin entrar en mayores debates teológicos, ambas cosas son interpretaciones humanas y en ese recodo anidan problemas de diseño que terminan expresándose cuando optamos por resolver todo desde esa óptica, desde el dogma.
Un ejemplo de esto es el uso masivo de los algoritmos en casi cualquier nicho de la vida moderna: un algoritmo sugiere qué ver en Netflix, pero también evalúa la capacidad de endeudamiento de una persona, o sea, dice qué tan confiable es un individuo a la hora de aspirar a un crédito. Un veredicto fácil e inmediato. Conveniente para los bancos. Y si bien la matemática no tiene sesgos, el diseño de un algoritmo lleva la huella implícita, pero indeleble, de su diseñador, con todos sus prejuicios y fallas humanas.
Es muy común en los gobiernos resolver problemas educativos comprando más computadores o tabletas. Y después comenzamos a encontrarnos con las preguntas de qué hacemos con eso o para qué fue que hicimos esas compras. Las respuestas no siempre son fáciles”, dice José Luis Peñarredonda, periodista de tecnología y estudiante de maestría en Cultura Digital y Sociedad del Kings College de Londres.
Peñarredonda advierte un punto que quizás resulte obvio, pero no por eso es menos importante: la fe en la tecnología es una creencia que les resulta muy conveniente a los proveedores de tecnología, las empresas que fabrican software y hardware, y que siempre tienen una solución nueva para nuestros problemas. A veces también ofrecen problemas nuevos disfrazados de soluciones.
Garay ofrece un ejemplo: “En los años 90, en Chile, hubo un plan para instalar máquinas que procesaban el pago en los buses con monedas. Se instalaron y la gente no las usó y le siguió pagando al conductor porque no llevaba monedas, porque no les gustaban o porque la máquina se dañaba y retrasaba la subida al bus en hora pico, por ejemplo. Al final, las máquinas fueron desinstaladas y guardadas en una bodega. Fue una inversión millonaria que dio pérdidas para el público, pero que le dio mucho dinero al proveedor de esta tecnología”.
¿Quién toma estas decisiones? ¿Cómo opera el debate que lleva de A “tenemos un problema” a B “le tengo una máquina/aplicación/programa para eso”? ¿Cómo resistir la tentación de buscar un salvavidas tecnológico?
Más discusión pública sobre estos temas puede ser una solución. Más espacios para que alguien pregunte si no es mejor poner a un guardia en una calle que un dron que nos vigile a todos. Peñarredonda lo resume al decir que es necesaria más transparencia en la forma como las instituciones y los Estados piensan en términos de tecnología.
Tiene razón, las discusiones sobre cómo se aproximan a un problema y cómo deciden que lo que necesitan son más computadores en las aulas o almacenamiento en la nube para historias clínicas o reconocimiento facial para detener la violencia en los estadios deben ser más abiertas. En últimas, la discusión sobre por qué se opta por un camino determinado tiene que incluir más voces, aparte de las cinco personas de un comité que toman la decisión después de mirar cotizaciones de proveedores de tecnologías varias.
Y aquí tampoco se trata de ir al otro extremo, el de la tecnofobia, una corriente muy popular por estos días. La tecnología ofrece beneficios y entrega resultados para ciertos problemas, en ciertas situaciones. Negar esto de tajo es tan dogmático como pensar que todo en la vida se soluciona con más tecnología. Extremos con el mismo vicio.
“Es necesario tener una visión crítica en este punto y para todo. Desde la educación necesitamos comprender mejor qué representa la tecnología en verdad”, dice Garay. “Tenemos que entender que esto es más que celulares y entretenimiento, que es una fuerza detrás de muchas cosas y sólo al verla así comenzamos a entender sus alcances, oportunidades y peligros”, concluye Peñarredonda.